jueves, 31 de octubre de 2013

TRABAJO EN GRUPO: "El niño, su centralidad y sus derechos"


Índice
      

1.      El papel de las ONG en defensas de los derechos de la infancia   ---------   pp.2, 3


2.    El bullying: introducción   ------------------------------------------------------------   p.4


3.    Prevalencia y características del maltrato entre escolares   -------------    pp.4 – 8

·         La visión del profesorado   -----------------------------------------------   pp.7, 8

4.   Perfiles del maltrato   ------------------------------------------------------------   pp.8 - 10

·         Perfil de la víctima   -------------------------------------------------------   pp.8, 9

·         Perfil del agresor   --------------------------------------------------------------   p.9

·         Perfil del espectador   ---------------------------------------------------   pp.9, 10


5.   El género y la edad en el maltrato entre iguales   -------------------------------   p.11


6.    Prevención de la violencia escolar   ------------------------------------------------   p.12

7.    Labor desempeñada por las ONG de infancia   --------------------------   pp.13, 14

8.    Bibliografía   ---------------------------------------------------------------------------   p. 15
                                        




El papel de las ONG en defensa de los derechos de la infancia

            En la actualidad, la Educación y Atención de la Primera infancia recibe por parte del ámbito internacional una atención sin precedentes tanto en las esferas políticas como públicas (dicho sea de paso, existen intereses comunes fundamentalmente económicos, que van más allá del niño y sus derechos) no obstante, han tenido que transcurrir muchos siglos en la historia de la humanidad para que los niños y niñas fueran considerados como sujetos de derechos. Fue a partir del siglo XVIII y fundamentalmente  del  XIX cuando comenzó a considerarse al niño como una persona diferente del adulto, que debía de ser cuidado y educado  para llegar a ser un buen ciudadano adulto. Así mismo, en este periodo surgieron y desarrollaron diversas disciplinas relacionadas con la infancia así como la pediatría, la pedagogía, o la psicología del niño. No obstante, a pesar de estos importantes avances, el niño siguió estando privado de sus derechos fundamentales hasta el siglo XX, momento a partir del cual la comunidad internacional comenzó a interesarse de forma específica por los derechos de la infancia y de la adolescencia quedando esto recogido a través de una serie de medidas y mecanismos jurídicos  hasta la elaboración y aprobación de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño en 1989.

·         Primera Declaración Universal sobre los Derechos del Niño (Declaración de Ginebra)  (1924)
-       Aprobada por la V Asamblea de la Sociedad de Naciones.
-       Eglantyne Jebb, fundadora de la organización Save the children, impulsa  la elaboración de éste documento a través de su esfuerzo y entrega para lograr la defensa de los derechos de la infancia.
-       En 1945, con motivo del desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial, y en vistas de que los esfuerzos  llevados a cabo por la Sociedad de Naciones resultaron insuficientes para asegurar el respeto de los derechos humanos fueron, fue creada  la Organización de Naciones Unidas, así como  el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en 1946, con el objetivo específico de garantizar la defensa y amparo de los derechos de la infancia.

·         Nueva Declaración sobre los Derechos del Niño  (1959)
-       Adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas.
-       Breve texto compuesto por diez principios cuyo objeto pretende atribuir a los principios generales de la Declaración de Derechos humanos a los niños.
-       Contenido proteccionista
-       Introduce el principio fundamental del “interés superior del niño” y una vez aprobada la Declaración Universal de 1948, son sustituidos antiguos mecanismos de protección vigentes por unos con mayores garantías.

·         Elaboración y aprobación de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño  (1989)
-       Establece una serie de normas y obligaciones de carácter mínimo e innegociable y estipula los derechos humanos básicos que deben disfrutar los niños de cualquier parte del mundo.
-       Texto jurídico con fuerza vinculante, instrumento por excelencia de protección de la infancia, que responde al primer tratado universal y multilateral, que en términos generales, estableció el reconocimiento internacional de los derechos del niño como ser humano, esto es, como sujeto activo de derechos, y no como mero objeto pasivo de un derecho a ser protegido. Así mismo, incorporó e imputó a los menores tanto derechos civiles y políticos como derechos económicos, sociales y culturales
-       Tratado internacional, que obliga a los Estados Partes a adaptar las legislaciones internas a sus disposiciones, exigiéndoles, en caso de su violación, la responsabilidad jurídica por sus acciones respecto de los derechos del niño.
-       Al ratificar el instrumento, los gobiernos nacionales se han comprometido a  proteger y certificar  los derechos de la infancia, aceptando así su responsabilidad ante la comunidad mundial por el cumplimiento de este compromiso.

            No obstante, A pesar de su fuerza vinculante y del gran número de Estados que la han ratificado, no ha logrado erradicar las más aberrantes violaciones de los derechos establecidos en ella. Por ello,  las ONG desempeñan un elemento crucial comunicando e informando a la sociedad del difícil presente que tienen miles de niños en el mundo, así como manteniendo despierta la conciencia de aquellos que deben garantizar el respeto y el cumplimiento estricto de sus derechos, y trabajan con esfuerzo y tesón para intentar disminuir esas aberraciones.




El Bullying: introducción
               
                Debemos comenzar diciendo que nos encontramos ante un fenómeno que no es nuevo, siempre ha existido a pesar que hoy en día se muestra mayor preocupación por el problema. El bullying, o maltrato entre iguales, es el suceso que más atención ha recibido dentro de los casos de violencia escolar. Éste afecta enormemente a la institución escolar, dado que son los propios escolares los que sufren estos daños, de carácter tanto psicológico como educativo o moral (AVILÉS MARTÍNEZ, 2006).
            En cuanto al aspecto terminológico de la palabra “bullying” (proveniente del inglés, “bull” = matón), existen multitud de definiciones. Se basa en el abuso de poder por parte de un alumno (matón) apoyado en un grupo, contra una víctima indefensa que no puede salir de esa situación por sí misma (MONTAÑÉS SÁNCHEZ y cols., 2009, p.2). Por lo general incluye conductas de todo tipo, burlas, amenazas, intimidaciones agresiones físicas, aislamiento sistemático o insultos, generando problemas que se repiten y prolongan durante cierto tiempo, motivado por la pasividad o ignorancia de las personas que rodean a agresores y víctimas, y les hace no intervenir directamente (DÍAZ-AGUADO, 2004).
            De este modo, comprobamos que la principal característica de una situación de maltrato entre iguales es que ésta se repita y mantenga en el tiempo, ajena al control de los adultos y con intención de abusar y humillar a una víctima indefensa (AVILÉS, 2006).
            De acuerdo con esas características, no debemos situar en el mismo nivel que el bullying las diferentes situaciones de convivencia propias del entorno escolar (bromas, riñas esporádicas, “peleas”, etc.). Estas acciones únicamente comparten con el bullying la intención de hacer daño, ya que no focalizan los ataques ni existe un desequilibrio de poder tan pronunciado. De igual modo que no debemos confundir las conductas agresivas, como es el caso del bullying, con otras conductas de carácter perturbador tales como la indisciplina, el desinterés académico o cualquier otro problema de convivencia escolar (AVILÉS, 2006). Así pues, podemos sacar la conclusión de que no es bullying cualquier conducta violenta o agresiva.



Prevalencia y características del maltrato entre escolares
           
            En un estudio de la OMS (Organización Mundial de la Salud) realizado en 35 países, entre ellos España, entre 2000 y 2001, se observa el carácter universal del acoso escolar (LUCAS y MARTÍNEZ, 2008).
            A su vez, en España, a nivel nacional el Defensor del Pueblo ha realizado dos estudios epidemiológicos sobre Violencia Escolar (2000 y 2007) con representativas muestras de escolares de educación secundaria. Estos trabajos han demostrado la existencia de maltrato entre iguales en todos los centros de secundaria del panorama nacional, y que se produce todo tipo de maltrato; eso sí, con un nivel de incidencia variable, y no todos en cada centro. Sin embargo, pese a la percepción social en el tema, el maltrato en la enseñanza secundaria no se ha incrementado en los últimos años, sino todo lo contrario, o se mantiene estable o incluso desciende levemente.
            La frecuencia del maltrato, según el estudio, es la siguiente en orden decreciente:
-Agresiones verbales (insultar, poner motes, etc.), entre 32-36%.
-Exclusión social (no dejar participar, ignorar, etc.), entre 10-33%.
-Agresiones físicas indirectas (robar, esconder, romper, etc.), entre el 11-16%.
-Amenazas y chantajes, entre 4-6%.
-Agresiones físicas directas (pegar), entre 4-5%.
-Acoso sexual con actos o comentarios, entre 0,4-0,9%.
            Podemos observar unos porcentajes suficientemente importantes como para tomar conciencia del problema, y más si tenemos en cuenta que un 83% de encuestados ha presenciado algún tipo de acoso o agresión. También sacamos la conclusión de que, a mayor gravedad del maltrato (acosar sexualmente, obligar a hacer cosas, amenazar con armas), menos frecuencia del mismo; lo que no debe impedir darles la importancia que se merecen, dados los efectos nocivos sobre víctimas, testigos y agresores. De igual forma, las conductas consideradas menos graves (ej. Exclusión social) también deben tenerse muy en cuenta, ya que pueden causar daños psicológicos tanto durante el inicio de las agresiones como a medio y largo plazo.
            También se han estudiado las diferencias y similitudes entre España y el resto de países; y dentro de nuestras fronteras, tanto las variables entre comunidades autónomas o el tamaño de la ciudad, como las existentes entre los centros públicos y privados. Respecto a las semejanzas y divergencias internacionales, el problema en conjunto parece ser menos en España que en otros países del entorno y EEUU; además, en nuestro país se suele tener menos tendencia a las conductas más graves (agresiones físicas y acoso sexual), y ser más propenso a la exclusión social y la agresión social. En lo referido al caso concreto de España, los resultados no demuestran diferencias muy significativas entre el lugar donde se ubique el centro (comunidades autónomas, ni el tamaño de la localidad) ni en la naturaleza del mismo (público o privado).
            A su vez, la variable género demuestra que en los maltratos donde hay diferencia de género, los chicos son más veces tanto agresores como víctimas; mientras que en cuanto a la variable de edad, está demostrad que los mayores episodios del maltrato tienen lugar en el primer curso de secundaria (12 años) y desciende paulatinamente hasta cuarto curso (16 años).
            Como escenarios del maltrato, el lugar más común es el aula, secundada por el patio. En clase destacan acciones tales como los insultos, el acoso sexual, poner motes, y diversas acciones contra la propiedad del alumnado (como robar o romper cosas). El patio por su parte es escenario de exclusión activa y agresiones físicas directas. También se da el caso de maltratos que se dan indistintamente en el aula y en el patio, como pegar o amenazar sin armas; y otros habitualmente ajenos al control del centro, como es el caso de la amenazas con armas.
            Según los informes anteriormente citados, la frecuencia de los maltratos varía según a quien se le pregunte, mostrando una diferencia de la percepción del maltrato en función del rol que desempeñe cada uno y del tipo de conducta sobre la que se pregunte:
-Testigos: la frecuencia de agresiones presenciadas es superior a las confesadas por autores y víctimas, y muy aproximada a la señalada por el profesorado.
-Agresores: éstos superan a los reconocidos como víctimas en determinadas formas de maltrato como la agresión verbal, la exclusión o pegar.
-Víctimas: son más los que afirman ser agredidos que los autores de las agresiones en conductas tales como el acoso sexual, las amenazas o la agresión indirecta.
            En otro estudio se ha visto que la frecuencia del maltrato es la siguiente: el 1.4% del alumnado confiesa que es victimizado diariamente, el 5.7% lo es al menos una vez a la semana, y el 29.7% sufre maltrato ocasionalmente. Pero al margen del papel que se ocupe en el proceso del bullying, el 35% del alumnado reconoce que se dan actos de maltrato en su centro diariamente (AVILÉS, 2006).
            Dentro del bullying se está empezando a ver un aumento de la violencia racial o cultural entre escolares, asociada a un aumento de la presencia de alumnos de diferente origen étnico en los centros. En un estudio en España con una muestra de alumnos de Primaria y Secundaria, se ha puesto de manifiesto que uno de cada cuatro estudiantes de origen emigrante ha sido objeto de exclusión social racista o xenófoba (RODRÍGUEZ y ORTEGA, 2008). Las víctimas consideran su “diferencia” (color de piel, religión, país de proveniencia, etc.) el motivo de las agresiones. Sin embargo, otros trabajos muestran que el maltrato que sufren es muy similar al que padecen los autóctonos, tanto en las características del acoso como en sus proporciones. De hecho, los agresores no parecen mostrar especial atención a este tipo de cuestiones raciales, culturales o religiosas; ésta es una percepción presente en las víctimas y los espectadores (DEFENSOR DEL PUEBLO, 2007).
            También es cada vez más significativo el cyberbullying o maltrato entre iguales a través de Internet o del móvil, un tipo de maltrato sin confrontación física, ya que víctima y agresor no están presentes en el mismo espacio real. Su incidencia en nuestro país es relativamente inferior a la encontrada en otros países europeos; y tal y como muestra el informe del Defensor del Pueblo, la prevalencia tanto de agresores como de víctimas es del 5% de alumnos, aunque otro estudio eleva los porcentajes hasta el 10-15%, pero donde las agresiones severas sólo alcanzan el 4%(ORTEGA y cols., 2008). Este trabajo señala los efectos especialmente dañinos del cyberbullying, debido a la inexistencia de lugares seguros para las víctimas, ni momentos de descanso, ya que siempre estás expuesto a una llamada o mensaje de acoso. Además, el acosador puede mantenerse en el anonimato, aumentando la sensación de indefensión y de deterioro de la imagen social.

·         La visión del profesorado:
            La visión del profesorado también es interesante a la hora de profundizar en el maltrato entre iguales. Éstos señalan ligeramente un mayor número de maltratos en el centro que los alumnos (84% frente a 82.9%), pero menos en su clase (68.3%), por lo que su desconocimiento del problema, numerosas veces expuesto, es bastante relativo. Lo que no está claro es la causa de su alta percepción del maltrato. Puede ser bien por el aumento de la toma de conciencia de los últimos años, que ha podido hacer considerar maltrato múltiples conductas que no son necesariamente situaciones de acoso; o bien simplemente porque tengan más información sobre el tema. De hecho, los profesores perciben un aumento significativo de la violencia juvenil en general, y de la escolar en particular (DEL BARRIO y cols., 2003) y piensan que aumentará, pese a no estar probado dicha intuición (DEFENSOR DEL PUEBLO, 2007).
            El orden de frecuencia de los tipos del maltrato según los profesores es: ignorar à agresión física indirecta à agresión física directa à no dejar participar à obligar a hacer cosas à acosar sexualmente à amenazar con armas. Por último, el Informe del Defensor del Pueblo ofrece datos sobre el nivel de implicación de los profesores, bien como víctimas del maltrato, bien como agresores. En ambos casos, la forma más habitual de agresión es el insulto:
-74.3% de agresiones a profesores y 43% de agresiones a alumnos en “a veces ocurre”. En conjunto, los profesores señalan infringir menos agresiones de las que reciben.
-En el caso de “sembrar rumores”: 55.3% de agresiones a profesores y 8.3% de agresiones a alumnos.
-Las agresiones físicas a profesores están en un 14% y a alumnos en un 5%.
-Un 45.7% de los alumnos señalan que los profesores tienen “manía” a algunos compañeros, y un 51.7% que han vito a los profesores ridiculizar a los alumnos en algún momento.
            Otra idea interesante es que los profesores consideran ajenas a su control las causas del maltrato entre iguales, adjudicándolas a factores externos a ellos. Centran el origen del problema en el propio alumno o en sus relaciones sociales o familiares, y quitan peso a las responsabilidades que pueda tener el centro educativo. Esta realidad puede dificultar sus actuaciones ante los hechos. En los trabajos del equipo de Cristina del Barrio se pone de manifiesto que los alumnos demandan mejores habilidades de los docentes en las respuesta a víctimas y agresores y que valorarían muy positivamente su intervención en los casos de maltrato (DEL BARRIO y cols., 2003). Por otra parte, se ha puesto de manifiesto en algunos estudios el importante efecto que tiene la actitud del profesorado en el comportamiento de sus alumnos, pudiendo influir en su carácter de manera decisiva.



Perfiles del maltrato
           
            Como hemos mencionado brevemente en las líneas anteriores, dentro de una situación de maltrato podemos diferenciar tres tipos de participantes: las víctimas, los agresores y los espectadores. Algunas de las características principales de cada uno de ellos son:
·         Perfil de la víctima:
            Las víctimas son aquellas personas que sufren las agresiones en la situación de acoso, agresiones, que como ya hemos dicho, son reiteradas y mantenidas en el tiempo, lo que desembocará en sentimientos de miedo y rechazo al contexto donde se produce la violencia, pérdida de confianza en uno mismo y en los demás, baja autoestima, etc.
            A continuación, expondremos algunas de las características que componen el perfil tipo de la víctima, sin olvidarnos de la diversidad existente en las aulas.
-       Características físicas: pueden presentar rasgos diferentes con la mayoría de los estudiantes (color de pelo y piel, obesidad, etc.). También tienen más riesgo de ser víctimas de bullying aquellos con necesidades educativas especiales, ya que son percibidos por sus compañeros como vulnerables, como necesitados de ayuda.
-       Características psicológicas: por lo general, las víctimas suelen ser de temperamento débil, tímidos y con una baja autoestima. A menudo, son personas cautas, tranquilas, inseguras e introvertidas. En el recreo no suelen relacionarse y se sienten infelices, pero esto puede ser causa del acoso que sufren. Suelen tener una escasa competencia emocional, social y de comunicación. Estas características son diferentes en la víctima provocativa, que suele presentar temperamento fuerte, conflictivo o irritable, además de ser emocionalmente inestable.
            Entre los alumnos que son víctimas de la violencia de sus compañeros suelen diferenciarse dos situaciones:
-       La víctima típica o pasiva: presenta conducta pasiva, de miedo ante la violencia, alta ansiedad, inseguridad, manifestaciones de vulnerabilidad y baja autoestima. Tiene tendencia a culpabilizarse de su situación y/o a negarla. Presenta cierta dependencia de los adultos (suele estar sobreprotegida en su familia). Lo sufren por igual tanto los chicos como las chicas.
-       La víctima activa: es menos clara y frecuente. Caracterizada por su situación de aislamiento y fuerte impopularidad, llegando a encontrarse entre los alumnos más rechazados por sus compañeros (más incluso que lo agresores y víctimas pasivas). Suelen reaccionar con conductas provocadoras, agresivas e irritantes. En ocasiones mezclan su papel de víctima activa con el de agresor. Es más frecuente entre los chicos, no disminuyendo con la edad.
            En cuanto a la edad, anteriormente ya hemos mencionado que el acoso en la escuela tiene su punto álgido en la adolescencia temprana, en torno a los 11-13 años, y que la situación de victimización desaparece con la edad en la mayoría de los casos, debido, probablemente, a que las víctimas adquieren habilidades necesarias para ello y al descenso del uso de la agresión con la edad.

·         Perfil del agresor:
            Al igual que ocurría con las víctimas, hemos de tener en cuenta que se trata de generalizaciones. Además, las características hacen referencia no a quienes alguna vez han intimidado o agredido a otros, sino a aquellos que lo hacen frecuentemente.
-       Características físicas: se caracterizan por tener una mayor fortaleza física respecto a sus compañeros en general y respecto a la víctima en particular.
-       Características psicológicas: son extrovertidos, impulsivos y con escasas habilidades sociales y con un autoestima media o alta. Suelen tener un bajo rendimiento y dificultades para el cumplimiento de normas, problemas que se incrementan con la edad. Para resolver sus conflictos echan mano de la intimidación y la violencia. Son fácilmente provocables, tienen un temperamento agresivo y la necesidad de dominar al resto, buscando detentar el poder dentro del grupo.
            Los agresores son más frecuentes dentro del sexo masculino, especialmente en los casos de agresión física. Los distintos agresores suelen mantener relaciones de amistad entre ellos, debido principalmente a las similitudes de carácter que presentan. Justifican el maltrato porque perciben provocaciones por parte de las víctimas, y actúan frente a ellas con agresividad; y en otras ocasiones, también manifiestan que sólo lo hacen por gastar una broma o molestar. Por último, y a diferencia de lo que ocurre con las víctimas, el abandono de este tipo de conductas es mucho más difícil.

·         Perfil del espectador:
            Los espectadores, de ambos sexos, no participan directamente en la situación de maltrato, pero, sin embargo, juegan un papel importantísimo tanto en el inicio como en el mantenimiento de los episodios de acoso; en unas ocasiones favoreciendo y en otras atajando el problema.
            Cuando se les pregunta por la causa del maltrato, actúan igual que los agresores en la mayoría de los casos, incriminando a las víctimas como principales causantes del mismo. Mientras que a los agresores los señalan como alumnos con mayor corpulencia física, atendiendo por lo tanto a aspectos externos.
            Es imprescindible el siguiente proceso para lograr comprender la regularidad con la que puede producirse el maltrato bajo el conocimiento de un número importante de compañeros observadores (más del 80%): la impopularidad de las víctimas es una de las principales condiciones que lleva a elegirlas como tales, pero una vez elegidas el hecho de someterlas a victimización puede activar una “norma” entre los compañeros que “prohíba” sentir simpatía hacia ellas, especialmente entre los chicos; es probable que ciertos sesgos, como la “teoría del mundo justo”, influya, de manera que todos los implicados pueden llegar a pensar que la víctima “se lo merece” (MONTAÑÉS SÁNCHEZ y cols., 2009, p.8). De este modo, comprobamos la opinión contagiada en los espectadores de que el maltrato es algo normal e inevitable. También es importante, para entender el por qué los alumnos no hacen nada para impedir el maltrato, el temor que tienen de convertirse ellos también en objeto de agresiones.
            Por otra parte, vamos a diferenciar tres tipos de testigos, ya que no reaccionan todos de la misma forma ante el maltrato.
-       Testigo indiferente: aquellos a los que no les importa lo que pasa y no actúan de ninguna manera. Se mantendrán indiferentes mientras no se metan con ellos.
-       Testigo culpabilizado: aquellos que muestran miedo al agresor  (no actúan por si son los próximos agredidos) y culpabilidad por no hacer algo para evitarlo porque están convencidos de que se trata de una situación injusta. Ni apoyan ni son amigos de las víctimas, valoran la situación como meros espectadores.
-       Testigo amoral: alumnos/as que justifican el abuso sobre la víctima reconociendo el poder y la fuerza del agresor. No actúan a favor de los abusos, pero consideran normales e inevitables dichas acciones, sin que haya nada que pueda cambiar la situación.
            Todos estos tipos de testigos no deben considerarse “participantes secundarios”, ya que no apoyan ni a la víctima ni al agresor, ni participan activamente en el bullying a favor de uno u otro.


El género y la edad en el maltrato entre iguales

            El género y la edad son dos variables que condicionan los perfiles del agresor, la víctima y el espectador.
            Respecto al género, los diferentes estudios aceptan en su gran mayoría un uso más frecuente de la violencia en los hombres que en las mujeres; y que éstos suelen emplear más la agresión física y la intimidación directa. Las chicas por su parte utilizan más la violencia indirecta y la agresión relacional (exclusión social, rumorear con el fin de aislar a alguien, amenazar con retirar la amistad, etc.).
            En el papel de la víctima no existen grandes diferencias entre los dos sexos si no se atiende al tipo de agresión que sufren. De este modo, los chicos suelen ser víctimas de agresión física y la perciben como más dañina y efectiva que la que reciben las chicas, que son de carácter indirecto y verbal. Esto responde a un conocido hecho en los estudios sobre violencia juvenil y agresión infantil: la mayoría de las agresiones están dirigidas a iguales conocidos, de la misma edad y sexo, en sus contextos de relación (escuela y tiempo de ocio). De esta forma, los chicos y chicas agreden en mayores proporciones a víctimas de su mismo sexo.
            En cuanto a los espectadores, los chicos aceptan más que las chicas los episodios de maltrato, por lo que éstas, debido a su menor implicación de maltrato, son más propensas a pertenecer a este grupo de testigos. De todas maneras, lo más común es el rechazo al problema por parte de ambos sexos. Ante los episodios de abuso, los chicos actúan de forma más directa, intentando cortar la situación personalmente. Por su parte las chicas, optan por medidas más indirectas, como avisar a otros para mediar en el conflicto. Ejemplificándolo de manera sencilla, la respuesta más propia de los chicos es la de “paso del tema”, mientras que la de las chicas es “podrían hacer algo”.
            Con relación a la edad, la mayoría de los estudios muestran un descenso de los agresores con el paso del tiempo, aunque también muestran que los cambios que se producen en las formas de ejercer la intimidación son hacia tipos más elaborados. Las posibles razones del descenso de implicados en el maltrato escolar con la edad son las siguientes: los alumnos de menor edad no han sido todavía socializados en la idea de que no se debe intimidar a otros alumnos; no han adquirido todavía habilidades sociales para combatir de manera eficiente las agresiones de sus compañeros y evitar futuros episodios; y estos alumnos tienen una concepción diferente de qué son los problemas de agresión y malos tratos entre compañeros.
            Esta evolución descendente de la conducta agresiva y violenta no se cumple en la totalidad de los casos. Hay un pequeño porcentaje de menores donde estos actos se mantienen y pueden, incluso, agravarse. Por lo general, los casos donde la conducta agresiva se mantiene estable, coinciden con el 5-8% de menores etiquetados como “acosadores” y que realizan la mayoría de los actos de agresión que tienen lugar tanto en las aulas como fuera de ellas.


Prevención de la violencia escolar

            La violencia entre iguales en las aulas es un problema real que ha llevado a muchos países a establecer programas de intervención y prevención. Por lo general, su éxito ha sido muy relativo, probablemente porque se han centrado en una única dimensión del problema. Por lo tanto, el reto continúa ahí, y los numerosos especialistas abogan por diversificar las actuaciones e intervenciones de manera que se atienda tanto a las víctimas como a los agresores (y el grupo que los ampara) y a la atmósfera de convivencia del centro. Dentro de este difícil camino, la implicación de los profesores jugará un papel esencial.
            Dentro de esta línea, Del Barrio y cols. (2003), proponen olvidarse de estrategias individualistas, que favorecen las respuestas punitivas; y optar por cambios en el clima del centro, con medidas orientadas a favorecer la participación de los alumnos en la solución de conflictos y en la regulación de la convivencia (un ejemplo serían los programas de mediación entre iguales).
            Díaz Aguado (2004) también trabaja en esta línea, proponiendo medidas orientadas a democratizar la escuela: con un profesorado instruido en competencias técnico-pedagógicas inclusivas; con un ambiente basado en reglas y normas que interrelacione a los estudiantes; con una gestión democrática y participativa que promueva iniciativas de intervención en la comunidad.
            Lucas y Martínez (2008), por su parte apuestan por la necesidad de acabar con la exclusión social que sufren tanto víctimas como agresores; y defienden modificar dicho contexto, ofreciendo oportunidades que establezcan vínculos de calidad con los iguales. Proponen un aprendizaje cooperativo y una inclusión necesaria de observadores en la prevención e intervención de este tipo de situaciones.
            Por último, Caurcel (2008), en un estudio con adolescentes y preadolescentes españoles y portugueses, resalta el elevado número de emociones negativas que sufren las víctimas del maltrato. Su solución se basa en poner en juego los mecanismos de regulación emocional y, por tanto, incorporar actividades de educación de sentimientos para afianzar las estrategias de solución de conflictos negociada y cooperativa.






Labor desempeñada por las ONG de infancia

            Como veníamos adelantando al comienzo de nuestro trabajo, el papel de las ONG va más allá de realizar informes o acudir a encuentros internacionales, se desarrolla desde diversos puntos de vista. Según  ha subrayado el propio Comité de los Derechos del Niño, en diversas ocasiones es muy relevante el cometido de las ONG en la difusión y protección de los derechos del niño, así como proporcionan una ayuda imprescindible en situaciones de emergencia (guerras, desastres naturales, etc.) trabajando en la reconstrucción de infraestructuras como escuelas, redes de abastecimiento de agua, carreteras y el acceso a servicios básicos como la salud o la educación, así como, asesoran, ayudan y preparan a las organizaciones y administraciones locales para afrontar esas crisis.
            Por otra parte, no debemos de olvidar que las ONG deben de evitar trabajar de manera aislada y la competitividad entre ellas así como procurar buenas relaciones, y el desarrollo coordinado de las diversas tareas que emprendan. Por último, resulta imprescindible tener siempre muy presente, que su razón de ser no es otra que el cumplimiento efectivo de los derechos de la infancia.
            Por último resulta interesante dedicar un apartado a Eglantyne Jebb, ya que se trata de la primera persona que desarrolló e impulsó los derechos de la infancia. Esta mujer veía insuficiente la atención dedicada a la población infantil centrada esencialmente en la caridad y asumida fundamentalmente por instituciones benefactoras, por ello, trabajó intensamente para lograr incrementar y fortalecer su protección. Así mismo, afirmó que dicha protección y atención de los menores debía ser una responsabilidad primordial y absoluta en primer lugar para el Estado y posteriormente para la sociedad, convirtiéndose en una labor internacional. Así pues Eglantyne fundó Save the Children, hoy considerada la ONG más antigua del mundo que además estableció los cimientos en los que después se asentaría toda la legislación en derechos de la infancia. Desde 1919 esta ONG trabaja en todas las áreas que pueden afectar a los menores: educación, salud, nutrición, trabajo infantil, prevención del abuso sexual, reunificación de los niños con sus familias tras guerras y catástrofes, etc. Cuenta con organizaciones nacionales en 32 países y está presente en más de 120, cuyo fin reside en que todos los niños del mundo sean respetados, valorados y escuchados. En España, Save the Children lleva trabajando más de trece años para procurar, que el hecho de ser menor de edad, no signifique ser menor en derechos, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. El trabajo que realiza en nuestro país se centra en la ayuda y protección de la infancia más vulnerable. Algunos de sus  programas de acción principales son:
-       Programa de Atención Socioeducativa Domiciliaria
-       Programa de Prevención del Abuso Sexual Infantil
-       Programa de Ocio y Tiempo Libre para Grupos Infantiles de Interés Social
-       Programa de Cooperación Internacional
-       Programas de Educación para el Desarrollo
-       Programa de Derechos de la Infancia
-       Programa de Dinamización de Centros Escolares en Horario Extraescolar
-       Proyecto Kiddanet
-       Programa de Menores No Acompañados
-       Campaña Educa, no pegues

            Volviendo a la labor que desempeñan las ONG, podemos encontrar en el caso de España por ejemplo la creación de la Plataforma de Organizaciones de Infancia, que supone un gran avance, proporcionando a las entidades una base más amplia y representativa a la hora de actuar.
            A nivel internacional, fue creado por parte de las principales organizaciones europeas en 1995 la denominada EURONET, con el fin de presionar para que la Unión Europea reconociese de forma explícita los derechos de la infancia. Tras el desarrollo de intensas campañas para que los gobiernos asumieran en la Conferencia Intergubernamental de Reforma del Tratado de la UE ciertas enmiendas, el Tratado de Amsterdam concluyó con algunos avances importantes, aunque siguen siendo insuficientes.  Por ello, el trabajo conjunto de las organizaciones en esta iniciativa fue y será, sin duda, un elemento crucial para lograr estos propósitos y aspiraciones.


BIBLIOGRAFÍA

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-          AVILÉS MARTÍNEZ, J.M. (2006) Bullying: el maltrato entre iguales. Agresores, víctimas y testigos en la escuela. Salamanca, Amarú Ediciones.
-          CAURCEL CARA, M. J. (2008) ¿Cómo se sienten las víctimas del maltrato entre iguales? International Journal of Developmental and Educational Psychology 1 (2) 101-112.
-          Defensor del Pueblo-UNICEF (2000) Informe sobre violencia escolar: el maltrato entre iguales en la educación secundaria obligatoria. Madrid, Publicaciones de la Oficina del Defensor del Pueblo.
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