martes, 22 de octubre de 2013

"Cartas de F. Engeles", Marx y Engels, obras escogidas




Carta de F. Engels a Joseph Bloch. Londres, 21-22 de septiembre de 1890



En la primera carta escrita por Engels a Joseph Bloch, el autor va a aclarar la idea forjada por Marx y por él mismo sobre que el factor económico es el que en última instancia determina la historia, pero no el único. Según Engels también influyen en la historia otros factores de la superestructura sobre la que se levanta la economía como los políticos, culturales, jurídicos, etc; que van a determinar en muchas ocasiones la forma en que transcurre la historia.

En este sentido el autor apunta que somos los individuos los que hacemos nuestra propia historia, influyendo en nosotros numerosos factores siendo el decisivo el económico. Por lo tanto esta historia es el resultado de muchas voluntades individuales, que a su vez son el producto de una serie de condiciones de vida, que se entrecruzan entre sí construyendo los acontecimientos históricos.



Carta de F. Engels a Heinz Startenburg. Londres, 25 de enero de 1894
 

En la segunda carta dirigida a Heinz Starkenburg Engels continúa con el análisis del factor económico como factor determinante de la historia. Las relaciones económicas para Engels son el modo como los hombres se ganan su vida y cambian sus productos. Por lo tanto las técnicas de producción son determinantes en el modo de construir la historia, y por consiguiente debe existir una necesidad técnica en la sociedad para estimular el desarrollo de la ciencia.

De esta manera el desarrollo político, jurídico, religioso, etc, descansa en el desarrollo económico, pero todos estos influyen los unos sobre los otros y a su vez sobre la economía que se impone en última instancia.
 

En conclusión, son los hombres los que hacen su propia historia pero no con arreglo a una voluntad colectiva, sino que sus voluntades individuales se entrecruzan entre sí imperando la necesidad, que se manifiesta en la casualidad, siendo la necesidad económica la que determina la historia en última instancia.

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